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Sonidos de madera Freddy “Huevito” Lobatón acompañó a los mejores del criollismo y hoy es reconocido como un innovador del jazz afroperuano.
MISCELANEA
Publicado en 24/07/2022

“Ahora en todo sitio están haciendo jazz afroperuano… hasta en Australia”, asegura Freddy “Huevito” Lobatón, tremendo percusionista y voz del Sexteto Afroperuano de Gabriel Alegría.

El sexteto, que radica en la Costa Este de Estados Unidos, vuelve al Perú después de casi tres años. La pausa se la deben a la pandemia, claro. La nueva gira se llama Konectados.

 

Y ya van 16 años, desde que Huevito se unió al trompetista Gabriel Alegría para desarrollar en Estados Unidos este proyecto que une dos culturas: lo afroperuano con lo afronorteamericano.

 

El músico se especializaba en el bongó, pero conocía muy bien los instrumentos de madera, como el cajón y otros instrumentos nativos del Perú negro, y el zapateo.

 

Por eso, cuando Alegría lo vio tocando de todo (quijada, campana, cajón, bongos, zapateando, y de yapa haciendo coros), comprendió que estaba frente al músico que necesitaba. Empezaron las giras anuales por Estados Unidos, ya partir del 2009, el percusionista radica en el país del tío Sam.

 

Nuevos patrones

 

Haciendo giras por Nueva Orleans y sumergiéndose en lo afroamericano, dice que aprendió a fusionar: a tocar un blues en ritmo de landó o un swing en festejo, “sin atropellar al bombo de la batería”, aclara.

 

“Para acompañar el jazz afroperuano sin perder la esencia, tienes que buscar patrones alternativos, no los tradicionales. Ese es mi trabajo”, explica.

 

 

Inicios

 

El músico crecido en Pamplona, San Juan de Miraflores, es uno de los siete hijos del futbolista Mario Lobatón. El bicho de la música se lo inoculó cuando vivían en los altos del Centro Social Musical Fraternal Surquillo. Ahí, a los 4 años, en los descansos del ballet Gente Morena, que fundó su padre a inicios de los sesenta, Huevito se subía al cajón a sacarle sonidos y comprendió que lo suyo sería la música.

 

A los 11 comenzó a tocar en un ballet de jovencitos. Y al año siguiente ya tocaba, con permiso de su mamá, los fines de semana con Lucía de la Cruz. “Yo soy uno de los niños precoces de la música, de muy niño ya tocaba con los grandes”, manifiesta.

 

A esa edad participó del elepé Ritmos Negros del Perú de Nicomedes Santa Cruz. (Huevito aparece en la foto de la contratapa con uniforme escolar). Luego, en los ochenta comenzó a trabajar con Eva Ayllón, Cecilia Bracamonte, Manuel Donayre y otros. El resto es música.

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