Rusia, primer exportador mundial de trigo, refuerza su posición dominante en el mar Negro y busca rediseñar las rutas de este grano utilizado para el pan, gracias a cosechas excepcionales y precios agresivos.
París, Francia
AFP
“Rusia garantiza por sí sola un cuarto de las exportaciones mundiales de trigo, y posee reservas consecuentes”, afirma Sébastien Abis, autor de Geopolítica del trigo e investigador del Instituto francés de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).
Sometimiento
La guerra en Ucrania abrió nuevas rutas, como las fluviales del Danubio. Esto permitió a Kiev continuar exportando granos a pesar de la suspensión a mediados de julio del acuerdo cerealero del mar Negro, que Turquía busca reanudar y para lo cual prepara “un conjunto de propuestas” junto con la ONU, señaló su presidente, Recep Tayyip Erdogan.
Pero, sobre todo, el conflicto que comenzó en el 2022 asienta el dominio ruso sobre el comercio mundial del trigo.
Por un lado, las vías fluviales continúan siendo “frágiles”, ya que son bombardeadas , recuerda el economista Joseph Glauber, del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) en Washington.
Por otro, si bien el corredor marítimo “permitió sacar cerca de 33 millones de toneladas de productos agrícolas del país” en un año, “no ayudó a Ucrania a recuperarse en términos de producción agrícola, a raíz de la propia guerra”, que amputó un cuarto de sus tierras cultivables, explicó.
En el período 2023-2024, la producción mundial de trigo debería ser menos abundante que la cosecha anterior, como consecuencia, en parte, de las fenómenos climáticos en Canadá y Australia. Las estimaciones de consumo son superiores a las de producción en 20 millones de toneladas (MT).
En este contexto, “el mundo espera que 45 MT de trigo ruso lleguen al mercado”, subrayó el director de la división economía de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), David Laborde.
Este dominio ruso tiene su historia: “Hace 55 años, la mitad del trigo exportado en el mundo provenía de EE. UU. En los últimos cincuenta años, vimos una diversificación del mercado mundial”, refirió el economista.
La hegemonía estadounidense fue progresivamente “cuestionada por las exportaciones de Europa Occidental, que se levantaba de la Segunda Guerra Mundial, luego por países como Argentina y Australia, y a partir de los años 2000 por el surgimiento del polo del mar Negro”, puntualizó.
Liderazgo
Rusia, importadora neta de trigo hace 25 años, tras el derrumbe del bloque soviético, se recuperó hasta ubicarse como primer exportador mundial en el 2016.
La agricultura se convirtió en el tercer sector comercial del país, detrás de la energía y los metales o minerales, y por delante de las armas: “Rusia rearmó su agricultura”, sostuvo Sébastien Abis.
Moscú “dibuja nuevos mapas, a la vez estratégicamente porque no juega con las mismas herramientas, que otros actores utilizan en el mercado, pero también apoyándose en el hecho de que Rusia es la única que produce más y exporta más. El único país que competía con Rusia en términos de tendencia era Ucrania”, destaca Abis.
Demanda
Esta hegemonía tiene un peso importante para Egipto y Turquía, que son los dos primeros países importadores de trigo ruso. Mientras que Egipto importa el 80% de su trigo del mar Negro, Turquía transforma el grano en harina para reexportarlo hacia Medio Oriente, África o Asia. Los países más dependientes son aquellos que consumen más pan, como los del norte de África, Sri Lanka, Bangladés o Pakistán.
El peso de Rusia traza rutas comerciales “que no son lógicas en el plano de la geografía”, señala Abis. Marruecos o Argelia, tradicionales clientes de Francia, modificaron sus reglas de importación para poder comprar trigo ruso.