Marko Carrillo avanza paso a paso hacía su objetivo final: la medalla en los Juegos Olímpicos en Tokio 2020. Entiende que los triunfos no caen del cielo y por eso debe seguir batallando en sus entrenamientos para reforzar sus aspectos mental y deportivo a la espera de ese apoyo anhelado de la empresa privada que todo deportista de élite debe contar.
Carrillo comienza a hacerse un lugar en el tiro, practica la pistola de aire 10 metros, la disciplina más triunfadora del deporte peruano porque posee tres de las cuatro medallas olímpicas obtenidas por el Perú. Esa realidad no lo presiona. Todo lo contrario, lo motiva a seguir preparándose para que su actuación esté a la altura en Tokio 2020. Asegura que la posibilidad de ganar una medalla no depende de la historia, sino del trabajo continúo, del apoyo y del sacrificio.
“Uno puede sentir esa presión, pero cuando no existe el apoyo nada hará que la medalla caiga del cielo. Las preseas del nivel olímpico o panamericano no se ganan de suerte o de manera improvisada. Se necesita toda una logística detrás del deportista, sumado al sacrificio y la dedicación”, manifestó.
En su caso cuenta con el respaldo del Instituto Peruano del Deporte (IPD), por medio del Programa Apoyo al Deportista (PAD), pero tiene que trabajar para mantener a sus dos hijos. La falta de auspiciadores y de inversión privada le juega en contra y lo pone en desventaja con sus rivales, quienes hacen del deporte una profesión.
“Como deportista olímpico me falta ese impulso de apoyo de la empresa privada que me permitiría dedicarme de manera exclusiva y profesionalmente al deporte como lo hacen competidores de otros países. Ayudaría a catapultarme entre los mejores del mundo”, manifestó.
Reiteró que se necesita crear una sinergia entre IPD, empresa y atleta, porque cuando eso suceda se podrán generar recursos necesarios en beneficio de los deportistas. Esta coalición ya se pone en práctica en Brasil, Ecuador y Colombia, países que obtienen buenos resultados en los cuadros medalleros del circuito olímpico.
Hace hincapié en que, a pesar de las carencias, trabaja de manera ardua para recuperar el tiempo de para debido a la propagación del covid-19 en el país. La situación los obligó a posponer bases de entrenamientos, participaciones en certámenes importantes internacionales, eventos que permitirían foguear a los deportistas previo a los Juegos Olímpicos.
“La pandemia nos ha caído mal, sobre todo a mí que estaba en una curva ascendente en cuanto a resultados y en la parte mental, que es tan importante en mi deporte. “La prioridad es preservar la salud. Los artífices de los Juegos siempre serán los competidores y si no se encuentran saludables, no podrán asistir quedando mermadas las competencias olímpicas”, manifestó.
Sueño por cumplir
Marko Carrillo trabaja de manera intensa en la parte mental, porque es el aspecto que está mellado por la falta de presencia en competencias y eso puede afectar al disputar los puntos en la fiesta deportiva en Japón. La falta de roce deportivo es un tema pendiente en el que debe trabajar para meterse otra vez en el ritmo que necesita. Cree que en dos o tres meses de nuevo estará listo para agarrar ese vuelo deseado.
Tiene la dicha de contar con un pequeño campo de entrenamiento de 10 metros en casa para practicar su modalidad. Trabaja junto a su padre, Marko, quien es su entrenador y extirador. Con él realiza simulaciones mentales de todo lo que se vive en una competencia. Una vez a la semana desarrolla esa temática de creer que disputa un campeonato panamericano o mundial.
Lo cierto es que Carrillo se encamina para realizar su mejor presentación en los Juegos Tokio 2020, a donde irá con una mayor experiencia. Está lejos de ese exponente novato que representó al Perú en los Juegos de Río 2016, al que calificó como un certamen de aprendizaje.
“Es un recuerdo muy lindo de aprendizaje de qué cosas se debe hacer y que no en un torneo de la magnitud de los Juegos Olímpicos. Ahora, en Tokio 2020, espero dar lo mejor como siempre. Voy con otro enfoque con vista a la competencia en busca de pelear una medalla”, puntualizó el deportista de 32 años, quien heredó el amor por el tiro de su padre y de su abuelo.