Cuando Kyle Green y su pareja se enteraron de que un hombre acababa de cometer una matanza cerca de su casa en Lewiston, y de que se daba a la fuga, "bajaron lentamente las persianas" para no asustar a sus hijos y propusieron una noche de películas en familia como excusa para apagar todas las luces.
Maine, Estados Unidos
AFP
Luego, cerraron las puertas y se sentaron todos, incluidos sus dos perros, frente al televisor en el piso más alto de la casa.
Los niños, de 10 y 12 años, se durmieron. Pero "nosotros (los padres) nos turnamos" para dormir para vigilar hasta que llegara la mañana, explica este ingeniero informático de 40 años, frente a la puerta de su casa.
Dormir es mucho decir, matiza. ¿Cómo se puede pegar el ojo cuando es tan "inseguro"? "¿Dónde está el asesino ahora? ¿Está por aquí? Es una sensación terrible", añade aclarando la garganta para ocultar la emoción.
Como muchos de sus vecinos de esta tranquila calle de Lewiston, la segunda ciudad más grande del estado de Maine (noreste de Estados Unidos), con unos 36.000 habitantes, lucha por asimilar lo que ocurrió en la noche.
Al menos 18 personas murieron el miércoles en los tiroteos de Just-In-Time, una bolera, y en Schemengees, un restaurante-bar. El sospechoso es un reservista del ejército que sigue prófugo y que poco después del hecho apareció en cámaras de seguridad portando un rifle semiautomático.-
El jueves, Lewiston era prácticamente una ciudad fantasma. Se ordenó a los residentes permanecer en sus casas, las escuelas cerraron y el estacionamiento de una de ellas fue tomado por agentes de policía armados hasta los dientes.
Quedarse en casa
Las farmacias y los restaurantes cerraron y las calles aledañas a los establecimientos atacados fueron acordonadas.De vez en cuando pasaban algunos automóviles, no se veía a nadie en los jardines de las casas, ni niños en los columpios y toboganes. Ocasionalmente, alguien se asoma por detrás de una cortina.
"Quédense en casa", pedía un parpadeante aviso luminoso en el centro de la ciudad.Debra Wright, de 71 años, tuvo que salir de casa porque su marido sufrió un colapso y fue hospitalizado. Como el hospital estaba bajo orden de cierre, el médico tuvo que ir hasta el estacionamiento del lugar para tranquilizarla sobre el estado de salud de su pareja.