Deportista fue subcampeón en el Mundial de Bola 10 en el 2022 y campeón por equipos en el Panamericano de este año. Destaca que el Perú es potencia mundial en este deporte con muy buenos jugadores.
Lima, 1 de octubre.- A sus 32 años, Cristopher Tevez se ha convertido en uno de los mayores exponentes del billar en el Perú, gracias a que el año pasado fue subcampeón en el Mundial de Bola 10 y, por equipos, en el Panamericano de Nicaragua 2023.
Con esta motivación, el integrante del Programa de Apoyo al Deportista (PAD) del Instituto Peruano del Deporte (IPD), se ha propuesto cambiar la opinión que tienen algunas personas respecto a este deporte en nuestro país.
“Siento que ahora que el billar viene logrando varias medallas, la gente se está enganchando más con nuestro deporte. Por eso quiero impulsar a que se realicen eventos oficiales en horarios adecuados, y ya no de amanecida, para que las personas cambien el concepto que tienen sobre los que lo practicamos. Sabemos que no estamos bien vistos, se piensa que el que entra a esta disciplina puede tener vicios como el alcohol, el cigarro o las drogas, y deseamos modificar eso”, dijo.
Explicó que busca que el público vea que tenemos “muy buenos jugadores como Jesús Crovetto, Tom Machaca, David Gonzales y Jackeline Pérez. No por algo dicen que somos la ‘Filipinas de Latinoamérica’, ya que el país es potencia mundial en billar, y nosotros venimos de ganar 17 medallas en Nicaragua”, agregó.
Con el ánimo de haber recibido los Laureles Deportivos en julio, Tevez se prepara para sus próximas competencias.
“Me siento contento de representar al Perú y por el apoyo que recibo del IPD y de mi federación. En octubre habrán torneos en Chile y Argentina, y espero viajar para mantener mi nivel”, indicó.
Admirador del exbillarista nacional, Ramón Rodríguez, Cristopher considera que sería un sueño que su deporte “sea parte de los Juegos Panamericanos y los Juegos Olímpicos, en un futuro cercano”.
Recuerda que sus primeros pasos en el billar los dio gracias a su padre, que lo llevó a él y a su hermano, cuando solo tenía 13 años.
“Fuimos una noche que mi papá nos tenía que cuidar y nos gustó. A partir del día siguiente siempre íbamos saliendo del colegio. Al principio a mi mamá no le gustaba la idea, pero entendió y nos terminó apoyando”, finaliza.
