Majestuosa residencia ha sido testigo del fin de la monarquía, el nacimiento de la democracia y otros acontecimientos, casi como un resumen de la historia de la nación.
El palacio de Versalles, residencia real e imperial y ahora museo y escenario de grandes eventos, ha renovado su galería de la historia para mostrarse mejor al público con motivo de su 400° aniversario y con miras a los Juegos Olímpicos del 2024.
Un total de siete millones de visitantes cruzaron en el 2022 la famosa reja dorada que da entrada al sitio real, que consta de un gran palacio y un enorme conjunto de estanques, jardines, bosques y palacetes secundarios.
La nueva galería, junto con una serie de obras de restauración que se ejecutan desde hace algunos años, busca dar brillo a este enorme y veterano conjunto, no solo por un aniversario que vive entre andamio, sino también por los Juegos Olímpicos de París del año próximo.
Por medio de diez salas y apoyada en más de 120 obras de arte, elementos decorativos o explicaciones audiovisuales, la nueva galería de la historia resume y explica a los visitantes el ajetreado periplo de este monumento.
Historia
Versalles es “una especie de resumen de la gran historia de Francia”, explicó el director del museo, Laurent Salomé, tras la presentación a la prensa de la galería.
Del modesto pabellón de caza que comenzó a construirse en 1623 por orden del rey Luis XIII, Versalles pasó a ser un suntuoso palacio que mostró lo mejor de las artes y la cultura de Francia con su hijo, Luis XIV, llamado en Francia el Rey Sol, que estableció allí su corte y la llenó de sabios y artistas.
Luis XV y Luis XVI continuaron con las obras de expansión, a veces demoliendo elementos previos. Luego llegó la Revolución francesa, durante la cual Versalles fue vaciado de obras de arte y mobiliario.
Las obras de arte fueron al Louvre y el mobiliario subastado con el fin de obtener fondos para el depauperado nuevo régimen.
Tras el período de Napoleón y el de la restauración monárquica, en los que apenas sufrió cambios, en 1837 Versalles fue abierto como museo nacional durante el reinado de Luis Felipe I.
Después vivió acontecimientos históricos como la proclamación del Reich alemán en 1871 en la famosa Galería de los Espejos, con el káiser Guillermo I, la negociación y firma del Tratado de Versalles que puso final a la Primera Guerra Mundial, o grandes visitas de Estado, como la del rey Carlos III de Inglaterra la próxima semana.
Con los ojos del siglo XXI, el significado de Versalles no es “la demostración de la grandeza pasada de Francia, no es solo una demostración de poder”, consideró Salomé.
“Es antes que nada un lugar, una suerte de microcosmos que da testimonio de la aventura humana y de la ambición intelectual del hombre”, completó.
Restauración
A pesar de estar en medio del año del cuarto centenario, Versalles sigue inmerso en obras: la “verja de honor”, que da entrada al conjunto, está cubierta porque es restaurada, y un andamio se levanta junto a una de las alas laterales.
Todo ello después de que durante los últimos dos años el esfuerzo restaurador, además de algunas salas, se haya centrado en las estatuas de las principales fuentes, como la del aparador de agua del Gran Trianón y la del carro de Apolo, concluidas hace pocos meses.
Salomé reconoce que en un conjunto con más de 63 000 metros cuadrados construidos hace siglos, junto a 815 hectáreas de jardines, bosques y parques, es prácticamente imposible no realizar trabajos de renovación o restauración.
“Puede que durante algún tiempo estemos sin obras. No es solo por el 400° aniversario, sino que también dentro de poco tenemos los Juegos Olímpicos de París del 2024 y las pruebas de equitación tendrán lugar en el parque”, explicó el experto.
Versalles es el tercer sitio turístico más frecuentado de Francia, solo superado por Disneyland París y el Louvre, y sus responsables quieren que muestre todo su esplendor ante la avalancha de visitantes que se prevé para el año próximo.
“Nuestro objetivo es tener un palacio tan hermoso como sea posible para el verano del 2024. Por eso hemos hecho mucho. Pero hay que recordar que desde Luis XIV se trabaja continuamente. Si se paran las obras, el castillo se desmorona”, advirtió su director.
Democracia
El palacio de Versalles también reabrió la sala del Juego de Pelota, lugar emblemático de la Revolución de 1789, donde se reunió un grupo de diputados para fundar la democracia francesa.
La sala fue creada en 1686 para el rey Luis XIV, que gustaba de jugar al paume, una versión previa al tenis actual.
Desconocida del gran público, a pocos metros de la entrada del palacio, la sala acogió el 20 de junio de 1789 a los representantes de la burguesía y las clases populares (el Tercer Estado) que juraron no abandonar el lugar hasta darle una Constitución escrita a la nación.
Ese juramento solemne condujo a la creación de la Asamblea Nacional, que abolió el feudalismo y aprobó la Declaración de Derechos Humanos. La sala ha sido restaurada totalmente entre julio del 2021 y febrero de este año. El público podrá ahora “abrir una puerta a una parte olvidada de la historia”, declaró a Catherine Pégard, presidenta del organismo público que gestiona el palacio, el museo y los jardines.
Se han restaurado el tejado, la decoración de madera, las pinturas y el suelo de la sala, con colores sobrios y clásicos: el rojo bermellón, los grises y el color natural de la madera.
También ha sido restaurado el mural de Luc-Olivier Merson, que se basó en una gran pintura de David que recuerda el Juramento del Juego de la Pelota.
Los apartamentos de María Antonieta
Entre los atractivos del palacio de Versalles se encuentran los apartamentos privados de María Antonieta, la reina consorte de Luis XVI que acabó guillotinada durante la Revolución francesa.
María Antonieta (1755-1793) llegó a la corte francesa en 1770 y, tras casarse con el futuro rey, ordenó ampliar y transformar las habitaciones privadas que había heredado en el enorme palacio.
Esos apartamentos, que han sido restaurados con gran lujo, recuperando estampados, tejidos y muebles de la época, fueron su “refugio” durante su agitado reinado.
En esos aposentos, situadas en dos pisos del ala izquierda del palacio, la reina de origen austríaco se rodeó de sus hijos, sus cortesanas y probablemente de su presunto amante, el conde sueco Áxel de Fersen.
Oficial del Ejército sueco, Áxel de Fersen conoció a la reina en un baile en la Ópera de París en enero de 1774.
Se hicieron rápidamente amigos, y años después el conde participó en la guerra de la independencia estadounidense. Cuando volvió a la corte de Versalles, en 1783, María Antonieta ya era reina y tenía hijos, pero su relación con Luis XVI era simplemente amical. (AFP)