Cuando a los 14 años Víctor Rímac se encontraba a un paso de descarrilar su vida y transitar por malos pasos, la montaña lo rescató y le dio una nueva oportunidad. Esa que tomó para reivindicarse hasta convertirse en el máximo exponente peruano del montañismo, capaz de llevar nuestra bandera a la cima más alta del mundo.
Juan Sánchez Ortega
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Mientras que para muchas personas la adversidad es capaz de pulverizar cualquier sueño, para Víctor es un aliciente que le permite seguir encaminado en cristalizar su proyecto Cumbre 8 mil, que consiste en ascender a las 14 montañas más altas del mundo ubicadas arriba de los 8,000 metros de altitud sin oxígeno suplementario.
Una muestra de su capacidad se dio el mes pasado cuando conquistó tres míticas cumbres en Pakistán en tan solo nueve días. Un hecho considerado fuera de serie si se tiene en cuenta que para llegar a la cima de un 8,000 se demora entre uno y dos meses. Para él, su mayor premio siempre será hacer flamear la bandera en lo más alto porque cree que es su aporte al país.
“Siento que yo solo no subo a la montaña, creo que me acompañan 33 millones de peruanos. Cuando hago flamear la bandera y la coloco en lo más alto de la cima, siento que estoy contribuyendo en algo a mi país a pesar de que no reciba el apoyo que necesito para ascender. Lo adverso no me limita, todo lo contrario, me da más fuerzas para continuar a alcanzar los objetivos”.
Gasherbrum II (8,035 m) el 17 de julio, Gasherbrum I (8,068 m) el 21 y, por último, Broad Peak (8,047 m) el 25 son las montañas conquistadas por Rímac en la cordillera Karakorum de Pakistán.
Con estas tres, ya suma nueve montañas que pasan los 8,000 metros y ahora espera que en el 2024 conquiste las cinco que le faltan para completar su proyecto de escalar las 14, cifra que lo convertiría en el primer peruano y el segundo sudamericano en alcanzar esa hazaña.
“El montañismo, más que un deporte, es una pasión; me dedico a esto desde los 14 años y he logrado escalar en todo el mundo. Quiero demostrar que el Perú no es solo un país de montañas, sino también de montañistas y motivar a las siguientes generaciones a mantenerse adelante para seguir llevando la bandera del Perú a lo más alto del mundo”, dijo el deportista de 37 años, quien es certificado como guía de alta montaña por la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (UIAGM).
Sin miedo a la muerte
Víctor demuestra que está hecho de nervios de acero y es que no tiene un ápice de temor de encontrar la muerte en su intento de llegar a la cumbre, tal como sucedió en su primera intención de domar al Everest, cuando una avalancha acabó con la vida de varios sherpas y se cancelaron las expediciones que estaban en camino.
“No tengo miedo de morir porque de la forma en que vivo he visto partir a muchos compañeros. Pero siendo honesto con la realidad, en algún momento nos vamos a morir, tarde o temprano. Desde que empezamos a escalar, los montañistas llevamos a la muerte como compañera. En este tipo de proyectos que estoy embarcado no solo es arriesgado, sino también es complejo por el tipo de rescate ante cualquier situación que puede suceder”, sentenció.
Agregó: “Lo complicado para mí es conseguir todo lo que necesito para cumplir con este proyecto, ya que no es un deporte barato, sino caro. A pesar de ello, uno tiene que seguir como la vida misma. Con todo esto quiero decir que lo difícil es encontrar patrocinadores”, culminó el deportista nacido en Huaraz.