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Miguel Grau: Coherencia de vida al servicio de la patria
NACIONALES
Publicado en 08/10/2022
Un día como hoy recordamos al máximo héroe naval, cuyo glorioso legado impregna el espíritu de cada miembro de la Marina de Guerra del Perú, y de cada peruano que reconoce en él su valía y su dimensión humana.

 Hoy 8 de octubre se conmemora un año más del glorioso Combate Naval de Angamos y en su repaso asoma la preeminente figura del Gran Almirante Miguel Grau, quien más allá de sus habilidades como marino y estratega que la historia grafica con prolijidad, nos revela a un ser humano cuya coherencia le permitió ser un hombre de bien, fiel a sus ideales y con un profundo sentido del deber y amor a la patria que han quedado como legado.

 

Escribe: Gabriel Valdivia Vélez
 
No se puede comprender la historia del Perú, sino se reflexiona sobre el mar peruano y a partir de este, sobre el papel que cumple la Marina de Guerra del Perú, que es un actor principal y ofrece como legado a nuestra patria, no solo el ejemplo de uno de sus miembros más preclaros como es Miguel Grau Seminario, sino el aporte institucional en los ámbitos cultural, histórico, operacional y su contribución al desarrollo de la política exterior del Estado, al Sistema Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres y en la lucha contra el terrorismo.
 
El capitán de Corbeta, Michel Laguerre Kleiman refiere que el 8 de octubre se recuerda la figura de Grau, al conmemorarse un año más de los sucesos que acontecieron durante el Combate de Angamos, del que fue su principal protagonista, pero se hace extensiva a la Marina de Guerra del Perú, por ser una de las pocas marinas en el mundo que tiene accionar en tres áreas geográficas: el mar de Grau, los ríos y lagos navegables, y en la sierra, cuando le tocó enfrentar al terrorismo. 
 
 
"Somos un país marítimo con presencia en la Antártida con proyección al Atlántico, a través del Amazonas. Eso exige a nuestra institución tener una operatividad y un grado de adiestramiento mucho más amplio que otras Marinas. Nosotros descansamos sobre nuestra historia, sobre nuestro pasado, porque más allá de comandar o administrar elementos de alta tecnología, somos líderes que dirigimos a nuestro personal. Siempre hay un jefe, siempre hay un subordinado, lo que nos demanda una enorme preparación y, en adición a la parte técnica, el ámbito humanista recoge el ejemplo del almirante Grau, que es una figura indiscutible que nos enorgullece. No olvidemos que él fue elegido por votación popular como el peruano del milenio en el año 2000.
 
¿Por qué Grau?
 
Michel Laguerre, quien es jefe del Departamento de Asuntos Históricos y Patrimonio Documental de la Dirección de Intereses Marítimos, señala que la vida de Miguel Grau destaca en muchos momentos. "Grau tuvo una vida muy difícil desde pequeño. No tuvo una niñez común, se tuvo que embarcar a los 9 años en un barco mercante y en su primer viaje experimentó un naufragio. A esa edad, pudo volver a Paita y comunicar a sus padres su negativa a continuar, o decidirse por otra profesión, pero no, Grau tenía la vocación y a pesar de las adversidades cotidianas, su vocación de servicio al país fue su motor para continuar de una manera ordenada, correcta. Esa una gran lección que nos da Miguel Grau a todos los peruanos".
 
Desde los 9 años hasta los 18 o 19 años -refiere- navegó en barcos mercantes donde había personas de todo el mundo, que no eran necesariamente las más educadas. "Hablamos de una época en la que ser marino mercante era un trabajo sumamente rudo, difícil y con tratos muy ásperos. A pesar de eso, durante 10 años, tiempo en el que uno está buscando encontrar un rumbo en su vida, Grau decidió embarcarse y solo, optó por ser un hombre de bien. No puso excusas, fue un hombre, que buscó ser una persona coherente con su decisión de ser un buen peruano y esa coherencia entre lo que él pensaba, hablaba y hacía, lo convierte en un prohombre de nuestra República". 
Laguerre considera que este es un mensaje para nuestra sociedad, para nuestros niños y jóvenes que tienen una vida muy difícil, que viven en condiciones poco motivacionales para ser buenos ciudadanos, pero tiene claro que sí se puede si uno quiere serlo, y Grau lo demuestra.
 
"El almirante Francisco Yábar, exdirector del Museo Naval solía decirnos que Grau no opaca a nadie, sino que es una luz que ilumina los caminos de los que seguimos su legado y su estela. Son ejemplos, son paradigmas, pero no solamente para los marinos, los que vestimos el uniforme y buscamos ser como él, sino que puede proyectarse a toda la ciudadanía". 
 
Asegura que Grau no fue un héroe creado, inventado por las circunstancias. "El 8 de octubre de 1879 no fue una creación forzada del héroe peruano por excelencia que es Miguel Grau, es la parte final, es el epílogo de una vida realmente sorprendente por su capacidad cotidiana. Grau como cualquier humano, tenía sueños, temores, aspiraciones, preocupaciones de su familia y también profesionales, y a pesar de ser un ciudadano con los mismos problemas o las cosas positivas que podamos tener, supo sobreponerse a ellas y ser un ejemplo coherente. 
 
Él impregnó ese liderazgo a su tripulación. Grau sin retórica, sin momentos solemnes, porque era una persona de hablar poco, que decía lo justo, dejó establecido claramente que cada uno tenía un deber que cumplir. "No olvidemos que el Huáscar, luego de la pérdida de la fragata Independencia, se convirtió en la última esperanza real de la defensa del Perú en la guerra contra Chile". 
 
 
Menciona al historiador, José Agustín de la Puente Candamo, cuando afirma que el Huáscar, de una u otra manera, representaba al Perú porque sus tripulantes eran oriundos de todas partes del país. 
 
"Había gente de Ayacucho, de Chiclayo, o como Grau, que nació en Piura, entonces era una representación simbólica de nuestro país en la defensa de la soberanía de la patria y si uno lee los orgullosos testimonios de los sobrevivientes en cartas dirigidas a sus familiares en las que indicaban que estaban bien o que estaban heridos, resaltan que nadie huyó de su deber, no obstante enfrentarse a buques blindados, materialmente muy superiores al Huáscar. Sus tripulantes no se rindieron, sabiendo que la victoria iba a ser imposible. Ese es otro gran mensaje de la gesta de Angamos: no importa la adversidad, el honor es muy valioso para los peruanos". 
 
Laguerre afirma que más allá de las leyes que uno puede promulgar desde una posición de autoridad, existe una legitimidad que le ha dado el pueblo peruano desde el mismo momento del 8 de octubre hasta hoy. "Creo que son pocos, o nadie, los que puedan cuestionar lo que hizo Miguel Grau y su tripulación. El mismo gobierno de Chile, comunicaba el 8 de octubre a los que habían combatido en Angamos, que respeten, que reconozcan lo que hizo Grau y que se le entierre en un lugar apropiado.
 
Los restos de Miguel Grau, o lo que quedó de él, que fue su pantorrilla derecha, fueron enterrados en Mejillones, en lo que era Bolivia. "Grau muere en el antiguo mar boliviano y por eso es también héroe nacional de Bolivia".
 
El capitán Laguerre cuenta que el marino chileno Óscar Viel y Toro, que era concuñado de Grau y que estaba peleando en la guerra contra el Perú, pide autorización a su gobierno para llevarse los restos de Grau desde Mejillones hasta Santiago de Chile, donde él tenía un mausoleo que pertenecía a su familia en el cementerio central. Es así que los restos de Grau, durante 10 años aproximadamente descansaron en el mausoleo de la familia Viel. 
 
Es en 1890, cuando era presidente de la República, Andrés Cáceres, que se dispone su regreso. "Eso es apoteósico, si uno lee el Diario El Peruano, El Comercio, con todas las crónicas del viaje del crucero Lima desde el Callao a Valparaíso y desde allí por tierra a Santiago, los testimonios tanto de chilenos como de peruanos, son de profunda admiración y reconocimiento a Miguel Grau. El mismo presidente de la República de Chile estuvo presente en los actos de devolución de los restos de Miguel Grau, en 1890.
     
"Y es Grau representa la unión, el consenso, tanto a nivel internacional como en el orden interno. Desde 1983, en el Congreso de la República, se conserva una réplica de la curul de don Miguel Grau Seminario, precisamente como una figura de consenso, y su ubicación en el centro del hemiciclo alude a la unidad parlamentaria que debe primar por el bien del país", afirma el marino. 
 
 
 
 
Grau y la política
 
La vida política del almirante Miguel Grau muestra también esa coherencia que el mismo forjó. Aparte de ser un marino de Guerra, un marino mercante, también fue diputado por la provincia de Paita. Si bien nació en Piura, Paita tiene la honra de ser el lugar donde adquiere esa vocación marítima que al final lo llevó a ser el peruano que todos recordamos en esta fecha.
 
"Grau era miembro del Partido Civil y muy amigo del expresidente Manuel Pardo y Lavalle, que fue el primer presidente civil electo democráticamente; sin embargo, encontró resistencia en los hermanos Gutiérrez que eran miembros del Ejército peruano, que no quisieron reconocer su victoria y promovieron un levantamiento para desconocer la elección de Pardo. Ellos invitan a la Marina para que se sume a esta medida, pero esta se niega. Entre los 45 firmantes de un manifiesto a la Nación, se encontraban Miguel Grau, Elías Aguirre, Aurelio García y García, entre otros marinos que rechazan este levantamiento antidemocrático.
 
Es más, a bordo del Huáscar y con los buques peruanos, Grau zarpa del Callao y se dirige hacia Arequipa, Moquegua, para distribuir el manifiesto de la Marina, en el que invitan a los prefectos, subprefectos y otras autoridades locales, a que no se plieguen a esta medida anticonstitucional de los hermanos Gutiérrez. Expresan, además, que la Marina solo reconoce como único caudillo a la Constitución del Perú.
 
Michel Laguerre encuentra en este gesto de Grau una muestra más de la coherencia que marcó todos sus actos, pero especialmente que creía firmemente en las jerarquías y dentro del orden jurídico, en la constitución. Señala que Grau y la Marina defendieron la institucionalidad de los poderes del Estado. Corría el año 1872. 
 
"En 1876, Grau asume como diputado por Paita. No era un político, pero sí tenía vocación de servicio. Cuando uno lee sus participaciones en el Parlamento, nos damos cuenta que estamos ante un personaje humilde, que decía a sus compañeros del parlamento: discúlpenme si es que mi pedido ha sido un poco inusual porque no estoy acostumbrado a los usos y formas del parlamento".
 
Le sorprende que, siendo un marino reconocido, tuviera esa enorme sencillez.
 
Cuenta también, por ejemplo, que ante un proyecto de ley que buscaba concretar unos trabajos hidráulicos en unas lagunas, se interesara en el costo económico que implicaba hacer estos trabajos en la laguna y cuál era el informe técnico. "El diputado Grau no aprobaba por aprobar ningún proyecto de ley si es que no estaba bien sustentado; además es autor de un proyecto de ley que organizaba el proceso de ascenso en las Fuerzas Armadas, en el Ejército y en la Marina, basados en dos ejes fundamentales, primero la antigüedad y segundo el mérito. Grau no buscaba los ascensos por amistad y planteó una norma de cuáles serían los principios para poder ascender en cada grado de la carrera naval y militar, para que puedan ser buenos líderes". 
 
 
Cuando estalló la guerra con Chile él era diputado en funciones, era papá de 8 hijos vivos -en realidad tuvo 10 hijos, pero 2 fallecieron antes de 1879-, de modo que pudo no ir a la guerra, pudo excusarse por su grado. Sin embargo, pidió permiso por escrito al parlamento para ir donde la patria requiriera sus servicios. 
 
Cuando reasume el comando del Huáscar, muchas de las dotaciones de los buques peruanos eran de origen chileno, por lo que tuvo que contratar nueva gente, sin experiencia, sin entrenamiento. "Fue una carrera contra el tiempo. Un año antes de la guerra, Grau había sido comandante general de la Marina y en la memoria que Grau presenta al ministro de Guerra y Marina para que a su vez la plantee al Congreso de la República, él solicitaba con urgencia el entrenamiento de las dotaciones y la adquisición de nuevos buques, porque el poder naval peruano no era el adecuado para proteger el enorme litoral que tenía el Perú", señala.
 
Laguerre hace memoria. Recuerda que Ramon Castilla, siendo militar de carrera y como presidente de la República, impulsó mucho la modernización de la Marina de Guerra del Perú, porque sabía que todo el dinero que ingresaba al fisco provenía de la venta de guano que estaba en las islas guaneras. "Castilla entendió eso y dijo: para proteger la fuente principal de los recursos fiscales de la República, necesito contar con un poder naval de avanzada, entonces invirtió muy bien en la defensa de la patria en el mar.
 
Conocimiento de nuestra peruanidad
 
"En el Perú han sido muy buenos los historiadores que han escrito biografías eruditas sobre Miguel Grau, pero su riqueza es tan grande, o su vida tan variada, como la de muchos otros marinos, que siempre se va a encontrar algo nuevo para enriquecernos" señala el capitán Laguerre, que es un estudioso y un apasionado de la vida de Grau, debido a su dimensión humana. 
 
El reconoce como grandes biógrafos del almirante, al doctor José Agustín de la Puente Candamo, el distinguido historiador peruano. También menciona a Geraldo Arosemena, uno de sus primeros biógrafos, a Jorge Ortiz Sotelo y a Guillermo Thorndike, quienes contribuyeron al conocimiento y enriquecimiento de nuestra peruanidad.
 
"No concibo nuestra peruanidad sin Grau, sin la Marina de Guerra del Perú" porque a través del reconocimiento a la Marina y a Miguel Grau, se ha hecho historia, obras literarias, poesía, pintura. Retratos de Miguel Grau los tenemos del pincel de German Suárez Vértiz, Francisco Gonzales Gamarra, Fernando Saldías Diaz. Las mejores plumas peruanas han retratado a Grau, tenemos también a Teófilo Castillo, gran pintor peruano que no retrató a Miguel Grau, pero sí el Combate de Angamos", sostiene y como vemos, el arte peruano se vio enriquecido con la figura de Grau y el Combate Naval de Angamos".
 
 
Y esa figura ha quedado perennizada en innumerables lugares. "En el Perú no hay localidad donde no haya una avenida, un parque, una calle, o un colegio que no lleve el nombre de Miguel Grau. La cantidad de monumentos a Grau es impresionante, tanto en el Perú como en el extranjero. Más de 24 monumentos elevados a la memoria de Grau se encuentra en tres de los cinco continentes, en países tan cercanos como Bolivia, Chile, Argentina, Ecuador, Panamá, Estados Unidos, México, así como en naciones lejanas como Inglaterra, España, Francia, Japón, e Italia. Sin duda es un exponente de la universalidad del Perú" señala el capitán de Corbeta, Michel Laguerre.
 
¿Por qué? Cuenta que cuando en Génova ven el busto de Grau reconocen en él al peruano del milenio, al Caballero de los Mares. "Y este reconocimiento se explica porque Grau tuvo una forma de hacer la guerra que evitaba generar daño innecesario al adversario o al enemigo. No buscaba derramar sangre, pudo haberlo hecho porque estaba dentro del marco del derecho de la guerra de ese entonces, pero tenía una calidad humana tan grande, pesaba tanto sobre él la humanidad, que no pensó en hundir barcos, o en dejar sin agua a los cuerpos indefensos, lo que generó que mucha gente de cierta forma le recordara que estaba en una guerra.
 
 
Para nuestro interlocutor, había un nivel ético y moral en él, que solamente se enfrentaba a los que podían responder el ataque. "Por eso es que rescató a los 62 náufragos de la Esmeralda, el 21 de mayo en Iquique y lamentó mucho la pérdida del comandante de la Esmeralda, que era don Arturo Prat, quien era su amigo. Los testimonios del momento señalan que Grau lamentó mucho esa pérdida, quedó totalmente acongojado. Y eso no solo lo demostró con gestos, sino que lo expresó en dos cartas, una privada, dirigida a su esposa y la otra carta oficial, al director de la guerra que era Mariano Ignacio Prado.
 
Laguerre asegura que son cartas que Grau no pensó que iban a ser públicas, y que las escribió como un simple correo, sin esperar que en el futuro lo honraran por eso. "En ninguna carta de Grau se encuentra alguna crítica destructiva, o alguna palabra fuera de lugar, lo que nos evidencia esa coherencia de vida enmarcada en un marco moral de primer orden".
 
"Junto a la misiva, Grau le devolvió a la viuda del comandante Prat las cartas que llevaba en el uniforme, las fotos de sus hijos y el escapulario de la Virgen del Carmen que tenía Prat en su uniforme, pero le devolvió, además, su espada, que es símbolo de mando y que pudo conservar como trofeo, pero que prefirió hacer lo que consideró correcto".
 
Este ejemplo para Laguerre tiene un mensaje claro: todos podemos ser como Grau. "Él no vino del universo, del espacio; no defendió con un aire de sublimidad infinita y no era un Dios. Grau era un peruano como cualquiera de nosotros de allí que su legado de grandeza, de humanidad, bien podemos aplicarlo en nuestras vidas"
 
Y si en la cripta de la escuela naval donde reposan algunos de sus restos hay una frase inscrita que dice: "Cadetes Navales seguid su ejemplo", el capitán Laguerre afirma que esta frase podría proyectarse a todo el Perú y decir, por ejemplo, "peruanos seguid su ejemplo, porque Grau no es exclusivo de la Marina, él pertenece al acervo histórico, cultural, y moral del Perú y de los peruanos".
 
Frases para la historia
 
"No es la Marina para nosotros un objeto de lujo y de vana ostentación, sino un elemento de orden, por la facilidad y rapidez con que puede transportar las fuerzas de la República, una activa y vigilante custodia del inmenso tesoro de nuestras islas guaneras y un símbolo vivo del Perú que ha desplegado con honor el pabellón nacional en puertos extranjeros”.
Ramón Castilla Marquesado, siendo presidente del Perú, 1851
 
La marina nacional, que siempre ha dado muchas pruebas de patriotismo y abnegación por el orden y mantenimiento de las instituciones […], no reconoce otro caudillo que la Constitución.
Miguel Grau Seminario, siendo comandante del monitor Huáscar, 1872
 
“¡En este Buque, nadie se rinde!”.
Teniente primero, Enrique Palacios Mendiburu, a bordo del monitor Huáscar durante el Combate Naval de Angamos, 1879
 
“El buque (la Esmeralda) se abrió en dos partes, […] Casi a la par del hundimiento de la nave, corrimos a popa, soltamos los salvavidas y arriamos las embarcaciones menores, […] Todos fueron salvados […] al llegar los soldados a nuestro costado gritaron: “¡Bravo, comandante Grau! ¡Vivan los valientes e hidalgos peruanos!”.
 
Julio Octavio Reyes, cronista de la "Opinión Nacional" embarcado en el Huáscar, relatando el Combate Naval de Iquique del 21 de mayo de 1879
 
“El señor Grau reúne, como pocos hombres, las condiciones que lo hacen merecedor a la estimación pública: hombre de buenas costumbres, de modales finos, moderado, sin otras pretensiones que las de llenar cumplidamente su deber; marino inteligente e instruido, valeroso en el combate, magnánimo y generoso en la victoria".
 
Manuel Atanasio Fuentes Delgado, 1879
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