Vocación de servicio y amor por el trabajo que desarrollan son la mejor medicina para la recuperación de sus pequeños pacientes del INSN San Borja.
Su trabajo en el Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de San Borja ha puesto a prueba su vocación y hoy están convencidos de que la mejor cura es el amor que brindan en la atención a sus pequeños pacientes.
Por Silvana Quiñónez
Los cerca de 600 enfermeras y enfermeros del INSN San Borja celebraron ayer una fecha especial que coincidió con las actividades de Santa Rosa de Lima. A su uniforme tradicional le han añadido vinchas de colores y globos para hacer reír, jugar y sorprender a los niños porque saben que eso les hace bien.
En este ejército de nobles personas, la mayoría mujeres, hay sentimientos encontrados por lo que ven cada día, pues su trabajo consiste en velar día, tarde y noche por la salud integral de cerca de 300 niños hospitalizados.
“Fue como ver un árbol”, rememora la enfermera Yudy Remisión Tinoco cuando vio a su primer paciente: un niño de dos años que, cual ramas de un árbol, tenía numerosos tubos y agujas conectados a su pequeño cuerpo por los múltiples tratamientos que recibía.
“Por más que sabíamos que el niño no iba a estar mucho tiempo con nosotros, queríamos que sonriera y que sea lo más feliz posible. Recuerdo que le invitamos un poquito de gaseosa porque es lo que él quería, deseaba eso en sus últimas horas de vida. Hasta que nos dejó”, contó con nostalgia a la Agencia Andina.
En sus siete años de trabajo como enfermera del área de especialidades pediátricas, Yudy no olvida a ese pequeño paciente. Declara que, en momentos difíciles como estos, solo tiene un par de minutos para ir al baño, derramar unas cuantas lágrimas y regresar para seguir cuidando al resto de sus niños con una sonrisa.
Enfermera de bebés en riesgo
En el tercer piso del INSN de San Borja se encuentra la unidad de cuidados intensivos (UCI) Neonatal, donde trabaja Lizandra Mendívil Tapia, enfermera con 11 años de experiencia en el cuidado de los recién nacidos.
Mendívil cuenta que desde muy pequeña sabía lo que quería ser de grande, en parte, por influencia de su tía paterna que vivía en Nasca y trabajaba como enfermera en un centro de salud en una zona rural. Cuando tenía siete años, Lizandra pasó sus vacaciones de colegio viendo cómo su tía atendía con cariño a niños y adultos.
“Ese recuerdo quedó guardado en mi mente, por lo que decidí estudiar enfermería, ya que sentía que había desarrollado la paciencia y habilidades para ayudar al prójimo, sumado a los bellos recuerdos que impregnó mi tía en mí”, añadió.
La joven enfermera de 33 años señaló que en un inicio solo quería dedicarse al cuidado de adultos, ya que la comunicación con ellos suele ser más fácil; sin embargo, la vida le demostró lo contrario.
Entender lo que siente un recién nacido es todo un reto y mucho más cuando es un bebé en riesgo; felizmente, gracias a sus experiencias en el INSN-SB, poco a poco Lizandra terminó enamorándose de su trabajo y dándose cuenta que ser enfermera neonatal era su vocación.
“Atender a un recién nacido que necesita de todos los cuidados es un sentimiento único. Su olor, su sonrisa, su ternura es algo que me llena y más cuando salen de la UCI. Que las madres me envíen videos y fotos de sus bebés lactando, comiendo y jugando, cuando antes estuvieron aquí, es algo satisfactorio como profesional”, comentó.
Asimismo, destacó que el papel de las enfermeras y enfermeros neonatales no se limita únicamente a velar por la salud de los bebés en riesgo, sino también consiste en acercar y acompañar a los padres durante todo el proceso de recuperación.
No obstante, cuando se inició la pandemia por el covid-19, todo esto cambió. Mendívil cuenta lo difícil que fue para los padres no poder ver a sus hijos ni saber cuál era su condición. Por eso, junto a otras enfermeras de la UCI Neonatal lanzaron el programa “Cuidar es Amar” para –mediante el uso de herramientas tecnológicas– mantener el vínculo entre la madre y su bebé.
“Creamos un WhatsApp para atender las dudas de los padres las 24 horas. Eso alivió bastante la preocupación que tenían. Después de un tiempo, como las visitas presenciales estaban prohibidas, empezamos a realizar videollamadas de diez minutos aproximadamente. El bebé al escuchar la voz de su mamá, la reconocía y de alguna manera se calmaba”, agregó.
Gracias a este programa, Mendívil conoció a una madre proveniente de Ica, quien tenía a su bebé prematuro internado en el hospital. Recuerda que la situación del recién nacido era muy delicada, por lo que las esperanzas de supervivencia eran mínimas.
Después de solicitar varios permisos, la madre logró ver a su bebé y empezó a hacer el contacto piel con piel. Poco a poco las enfermeras involucraron a la madre en el cuidado de su hijo y le permitieron acompañarlo hasta el último momento de su vida.
Actualmente, la mamá tiene un “bebé arcoíris'' y está eternamente agradecida con las enfermeras de la UCI Neonatal porque le ayudaron a sobrellevar la pérdida, mencionó Lizandra.
Guerrera del corazón
“Desde muy pequeña me gustaba jugar al médico con mis juguetes, pero cuando fui más grande, mi madre sufrió de múltiples enfermedades y yo me encargaba de cuidarla; entonces fue ella mi mayor motivación para estudiar enfermería”, relató Lessli Jaramillo Sulca, enfermera especializada en cardiología.
Después de trabajar cinco años como enfermera general, a inicios del 2020, Jaramillo ingresó a la unidad de hospitalización de Cardiología del INSN de San Borja, lo que significó un gran cambio para ella, ya que, hasta ese momento, solo se había dedicado al cuidado de adultos.
“Un adulto te dice qué es lo que le aqueja o le duele, pero en el caso de un niño simplemente llora y cuando es bebito, mucho más complicado es entenderlo. No sabes si es por hambre, gases, dolor o porque su pañal está sucio. Por eso la enfermería pediátrica es muy difícil, pero a la vez satisfactoria”, comentó.
En esta fecha especial, un abrazo, una sonrisa o un dibujo a mano de sus pequeños pacientes es el mejor regalo que Lessli puede recibir. Aunque su mayor deseo es verlos salir completamente sanos y felices del hospital pediátrico.
“Es cierto que muchas veces la presión de trabajar con vidas es muy alta, pero es muy reconfortante ver que tu pequeño que entró malito, de pronto, en un par de semanas, logra salir con un corazón sano. No hay nada más satisfactorio que ver la evolución de tu paciente”, enfatizó.
Día de la Enfermería Peruana
En el contexto del Día de la Enfermería Peruana, la directora general del INSN de San Borja, Zulema Tomas Gonzales, destacó el papel que desempeñan cerca de 600 enfermeras y enfermeros de la institución, quienes con vocación de servicio, compromiso y amor al prójimo contribuyen al tratamiento y la recuperación de los recién nacidos, niños y adolescentes con enfermedades complejas.
Asimismo, señaló que el 70% de los pacientes del INSN San Borja provienen de diversas regiones del país y acuden a este centro pediátrico especializado solo con la madre.
“El papel que cumple nuestro personal de enfermería no consiste solo en administrar el tratamiento, en ver el proceso de rehabilitación y el manejo de la calidad de atención de los niños, sino que también va más allá, llegando a cumplir el papel de una segunda madre o una acompañante para la madre, que muchas veces está sola. Esto se refleja en la calidez humana de nuestras enfermeras y enfermeros”, resaltó.