El telescopio espacial James Webb detectó por primera vez la presencia de CO2 en la atmósfera de un exoplaneta, es decir, un planeta fuera de nuestro sistema solar, un descubrimiento que demuestra sus inmensas capacidades y que entusiasma a científicos.
El planeta en cuestión es un gigante gaseoso y caliente donde la vida tal como la conocemos sería imposible, pero este descubrimiento implica que estas observaciones también pueden darse en planetas rocosos –con el objetivo último de determinar si uno de ellos abriga condiciones favorables a la vida–.
Optimismo
“Para mí, es una puerta que se abre para estudios futuros de supertierras, incluso de Tierras”, declaró Pierre-Olivier Lagage, astrofísico del Comisariado de la Energía Atómica (CEA) y uno de los tres coautores de estos trabajos publicados en la revista científica Nature.