Esther Ruelas transmite conocimientos en el proyecto Haku Wiñay desde hace varios años, permitiendo mejoras en su comunidad.
En el distrito de Vilque, ubicado en la provincia de Puno, los productores agrícolas y ganaderos mejoraran la crianza de sus animales, el cultivo de vegetales y hortalizas, gracias a la ayuda de la ‘yachachiq’ (el que enseña) Esther Ruelas, quien se ha convertido en una verdadera maestra al fusionar los saberes ancestrales con los conocimientos tecnológicos, esto posibilita que salgan adelante las familias usuarias del proyecto Haku Wiñay del programa Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (Foncodes), que pertenece al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).
Esther tiene 38 años y se muestra muy comprometida con los usuarios de Haku Wiñay en esa zona del sur del país. “Soy encargada de 38 usuarios de Haku Wiñay de Foncodes en la zona. Soy ‘yachachiq’, que significa “el que enseña”, que está capacitado para transmitirle a los usuarios lo que va aprendiendo”, contó Esther.
Asimismo, agregó que le gusta trabajar con los usuarios porque siente que tienen ese don de llegar a ellos y ganarse su confianza.
La labor de Esther consiste en explicar de la manera más sencilla lo que todos los usuarios deben saber sobre el uso de las tecnologías que tienen a disposición y que implementan para lograr una mejor productividad y seguridad alimentaria. “Esto les posibilita que cambien su forma de vivir, por lo que espero que sigan llegando estos proyectos para beneficiar a las familias más humildes, ya que es muy importante y necesario”, puntualizó la ‘yachachiq’.
Un ejemplo de las mejoras alcanzadas por los usuarios de Haku Wiñay, es el caso de Cecilia Quispe, quien sostuvo que Foncodes ha ayudado mucho a mejorar su emprendimiento y su calidad de vida. “Mis hijos podrán estudiar lo que yo no puede hacer. Ese es mi sueño. Le agradezco mucho a la ‘yachachiq’, porque ella nos da ideas y nos enseña”, mencionó Cecilia.
Datos
– En Puno, el proyecto Haku Wiñay de Foncodes ha financiado 178 proyectos productivos en comunidades con agricultura familiar de subsistencia, trabajando junto a 24 169 hogares, a los cuales se les dotó de activos productivos, capacitación y asistencia técnica.
– Como resultado de todo esto, diversificaron sus ingresos económicos, contribuyendo a su seguridad alimentaria y a mejores oportunidades para su desarrollo y bienestar.