En el país muchos enfermos incluidos en las listas de espera de un órgano o tejido fallecen porque el número de donantes alcanza niveles mínimos si lo comparamos con los de países de América Latina o de Europa.
“Vale la pena repetir que ofrecerle al prójimo la oportunidad de prolongar la vida es tal vez uno de los actos de solidaridad y bondad más encomiables de la persona y un rasgo inequívoco de humanidad”.
De acuerdo a cifras oficiales, solo hay dos donantes por cada millón de habitantes en el Perú. Situación diferente presentan Cuba, Argentina y Brasil, que lideran el ranking en la región con un promedio de 13 donantes por cada millón de habitantes.
Y si lo comparamos con algunos países del Viejo Continente, el panorama es todavía más sombrío. En el 2020, es decir, en plena pandemia del nuevo coronavirus, España registró 38 donantes por cada millón de habitantes. Asimismo, Francia, Portugal, Austria, Estonia, Finlandia, República Checa y Eslovenia, entre otras naciones, presentaron 25 en el mismo año.
Según EsSalud, el 2019 hubo en el Perú 91 donantes, una cifra modesta si se toma en cuenta la población total del país. Peor aún, la emergencia sanitaria hizo que la cifra disminuyera en el 2020 a solo 23, mientras que en el 2021 se registró un leve incremento a 38.
Como se evidencia, estamos muy lejos de la media internacional, lo cual resta oportunidad de seguir con vida a los cerca de 7,000 personas que en el país se encuentran a la espera de recibir órganos y tejidos.
Hay varias causas que pueden citarse para explicar tal situación. Una de las más comunes es el desconocimiento respecto a los procedimientos para retirar un órgano de la persona fallecida. Los familiares temen una supuesta desintegración corporal, maltrato al cadáver o la existencia de mafias dedicadas al tráfico de órganos, entre otras versiones sin fundamento.
EsSalud, entidad que lleva a cabo el 84% de los trasplantes en el país, precisa que el proceso para obtener el órgano de un donante fallecido se ejecuta siguiendo todos los protocolos de seguridad y de buena praxis médica, por lo que no hay razón para tener temores injustificados.
Urge revertir este desconocimiento y promover la donación de órganos y tejidos con la finalidad de ofrecer la oportunidad de vida a miles de compatriotas en lista de espera. Y esa necesidad cobra mayor importancia al saber que un solo donante de órganos puede salvar la vida de hasta nueve personas.
Para lograr el cambio se requiere que los organismos competentes pongan en marcha campañas de información sobre todos los detalles relacionados con este acto solidario y altruista, a fin de sensibilizar a los peruanos sobre la necesidad de convertirse en donantes.
Corresponde asimismo a los ciudadanos dejar por sentado con anticipación y en pleno uso de sus facultades el deseo de donar sus órganos y tejidos en caso de que les sobrevenga la muerte.
Vale la pena repetir que ofrecerle al prójimo la oportunidad de prolongar la vida es tal vez uno de los actos de solidaridad y bondad más encomiables de la persona y un rasgo inequívoco de humanidad.